La señora Piquet era una joven de unos treinta años, Llevaba dos casada con el señor Piquet, que la aventajaba en veinte, empresario catalán que había amasado una gran fortuna con la construcción.
Desentonaban como el whisky barato en un bar de clase junto a botellas de 20 euros la copa. Roni, como se hacía llamar el viejo, gustaba de beber mucho y alternar con jovencitas.
La señora Piquet quería pruebas de ello para solicitar un divorcio del cual saliese bien remunerada.
La primera vez que ella entró en mi despacho me dejó boquiabierto, y si no es porque ya me había masturbado, hubiese tenido una erección.
Vestía una camisa blanca y unos ajustados vaqueros, un bolso de piel marrón y unas largas botas del mismo color. La abotonadura de su camisa se abría hasta el mismo nacimiento de sus pechos y se podía adivinar que no llevaba sujetador. Su largo y lacio pelo caía hacia un lado de su cara, se quitó unas enormes gafas de sol y pude ver unos maravillosos ojos azules.
Aquella tarde vino a recoger todo el material que yo le había conseguido, y que no era poco. A Roni le gustaba alardear de mujeres y no me fue fácil pillarlo en hostales follándose a dos o tres lumis, algunas de dudosa mayoría de edad.
Cuando la señora Piquet contempló en la pantalla del pc todas y cada una de las imágenes derramó una sola lágrima, que secó con un pequeño pañuelo blanco. No supe si fue por la emoción, la pena o la alegría, pero le puse una mano en el hombro y entonces ...
Ella estaba sentada, yo de pie a su lado con mi mano en su hombro, los dos mil euros sobre mi mesa y en la pantalla una foto del señor Piquet con una pelirroja sentada a horcajadas sobre su cara y una rubia de enormes tetas haciendole una felación.
Giró su cabeza que quedó a la altura de mi paquete, elevó sus azules ojos y sin dejar de mirarme bajó con sus dientes mi cremallera. Mi manó dejó de estar en su hombro para deslizarse por el interior de su sedoso pelo hasta la nuca, y con una leve presión la empujé a que realizara un francés... con la otra mano me desabroché el pantalón que cayó hasta mis tobillos.
Su cálida boca hizo que mi pene adquiriera su estado de plenitud en segundos, se afanaba la chica en hacer un buen trabajo y realmente lo lograba. Antes de que me dejara llevar por mi calenturienta mente, le saqué mi miembro de su boca, la puse en pie y le desabroché la camisa.
Dos pechos perfectos asomaron por entre los botones abiertos, con un imperceptible gesto la camisa cayó al suelo y unas pequeñas aureolas hicieron las delicias de mi boca. Apenas tenía pezón, pero un trabajo de lengua hizo que despuntaran dos pequeños granitos que abrieron las puertas al paraíso.
Le desabroché sus vaqueros y bajé todo de un solo golpe, iba toda rasurada, dejaba ver dos labios de los que entresalía un gran clítoris. Me resultó curioso, sin pezones y gran botón del placer. La senté sobre los billetes de cien y le hice una comida de coño que casi me cuesta un disgusto. La señora gemía como un animal y a cada gemido le acompañaba un jalón de pelos para que no abandonase mi trabajo.
Cuando mi cabeza no aguantaba más jalones, la penetré. Los aullidos retumbaban sobre las cuatro paredes y se corrió, una gran corrida que me dejó con el pene erecto y un bello saco de carne desparramada sobre mi mesa con la respiración entrecortada y sin fuerzas para moverse.
La giré, la puse a cuatro patas y la volví a penetrar, ella gritaba que no, que ya no más por favor pero solo fueron dos embistes y su no se convirtió en un si, si, si, no pares, no pares...
Allí tenía yo a a aquella mujer toda para mí, joven, bella, de un culo redondo y perfecto y pidiendome que le diese más caña. A nuestro lado su marido disfrutando también de lo suyo. Miré hacia abajo y vi como su ano se abría y cerraba ritmicamente, le metí un dedo y un pequeño gemido emitió, eso me gustó y le metí otro dedo hasta el fondo. Por ahí no, suplicó, pero ella no sabia que las negaciones eran mis afirmaciones, así que le saqué mi pene y la penetré por detrás. Aquel agujero era estrecho y me costó abrir camino, en tres o cuatro meneos acabé corriéndome en su interior.
Mientras me vestía le dí las gracias a la señora Piquet y le dije que cuando quisiera podía volver a contar con mis servicios. Le dí el cd con las fotos mientras ella aún azorada por el polvo y avergonzada por el trato tan distante que le estaba dando recogía la copia.
Me senté en mi mesa y la miré como quien mira a un vendedor de biblias. Ella se limitó a medio sonreír y marcharse. En su trasero, por el pantalón vaquero se traslucía una mancha de mojado que a punto estuvo de hacer que la pusiera sobre aviso, pero ¡que coño!, iba a joder a su marido por follar con otras, y con lo que le iba a sacar a ese hijo de puta podría comprar una compañía de vaqueros.
Cogí mi botella de whisky y bebí hasta perder el sentido.
Cometa
Hace 2 meses
Buena jodienda la de la señora engañada, así se venga y se despacha en el despacho del típico tópico investigador, whisky incluido ¿un Malta???
ResponderEliminarAyyy, magito, lo de siempre, a los tíos se os olvida describir a los ídem, y es que a mí las tías, pichí, pichí. ¿Cómo es el tipo? alto, bajo, peludo, pelado, color ojos, pectorales, esbelto o cachas ¿edad???...Para ponerse en situación tooo el género humano, son dos sexos, esa jodienda pondrá a los machos, pero a las hembras??? Veremos.
Admiro la belleza femenina, la describo en mis rollitos de pe a pa, más o menos, variopinta, et, et ¿por qué os cuesta tanto a vosotros hacer al revés?
Si puedes mírate mi quintíl del pasado jueves y alguno de los coment. van por ahí un poco los tiros.
Aveees, lanzao.
hola Natalia, acabo de aterrizar, estuve de reformas (como dice mi hija, de mani manitas) y llegué con mono de currelo, el detective "hijo de puta" irá siendo descrito poco a poco, ten en cuenta que la novela está escrita en dos blog, una para todos los públicos y otra con capítulos más tórridos.
ResponderEliminarUn beso y me alegra verte por aquí, no dudes que iré a revisar a tu Quinto.
Oyeeees, que no me furilla el parato, te dejo aquí coment al rollito del detective en plan horario infantil, que colgaste, vamos, el del muchacho limpia todo, et, et:
ResponderEliminar"No me vengas con "chirigotas" gaditanas, si, si...beneficios pingües la Piquet; resaca y calzoncillos nuevos que los otros, reventaos, ayyy. Cuanta inocencia la del muchacho, barre que te barres, parece mi Quinto.
A ver esa mueca más detallada, más detallao en sujeto. Te encomiendo a Eros, saleroso gaditano !vivan los Carnavales! Yo libraré por profe !toma ya!"
Aveeeees quintiles.
Ostias, que bueno. Al más puro estilo Bukowski. Sexo, alcohol, putas e infidelidades. La sopa idónea para este tipo de relatos.
ResponderEliminarMis aplausos¡¡
Por la boca muere el pez. Todas las neuras salen aquí. Hasta las de los comentaristas. Chiflado de atar.
ResponderEliminarPor la boca muere el pez. Todas las neuras salen aquí. Hasta las de los comentaristas. Chiflado de atar.
ResponderEliminar