Aquel fin de semana nos fuimos las dos parejas a una casa en medio de la sierra, a las siete de la tarde ya había oscurecido y en el exterior hacía un frío aterrador. El calor de la chimenea era muy agradable, así que colocamos un colchón de matrimonio frente al fuego y allí nos pusimos los cuatro a tomar copas y disfrutar de la tarde del Sábado.
Me llamo Fran, tengo veintitres años y estudio derecho, soy alto, moreno y bien parecido. Mi novia se llama Alba, es una chica de piel blanca, bonito cuerpo y cara angelical. Con nosotros venían Carlos y Carmen, los CC, como le decíamos cuando nos referíamos a ellos. Carlos de 25 años, trabajaba en un taller de coches, algo mas bajo que yo, de piel blanca y muy musculoso, por contra, Carmen era delgada y con grandes pechos, rubita y muy guapa.
Alba y Carmen eran amigas de la facultad de filología, por eso nos conocíamos y habían ellas decidido este fin de semana en la sierra, los chicos las secundamos.
Carlos resultó ser un niño genial, simpático y alegre, así que congeniamos muy bien.
Allí estábamos los cuatro hablando y bebiendo cuando Carmen dijo,
-¿Jugamos a algo?.
Sí aprobamos todos, ingenuo de mí pensé que jugaríamos a algo inocente, así que sacamos las cartas y dijo Alba.
- ¿Hacemos lo de pasarnos las cartas con la boca?
- Venga dijo Carlos, pero es más interesante si nos tapamos los ojos.
- ¿Y como sabremos que es nuestro turno para recoger la carta? dije interesado más en jugar bien que en calentar la situación.
- Pues, nos damos las manos y cuando notemos el apretón nos inclinamos a recoger la carta de la boca del otro. Apuntó Carlos.
Las chicas estuvieron encantadas y volaron a buscar unos pañuelos para dejarnos invidentes.
Como no me gusta no ver que ocurre a mi alrededor, logre levantar un poco el pañuelo y así ver lo que ocurría a mi alrededor.
Nos sentamos en círculos con las manos cogidas, nos reímos muchos porque ellos no veían nada y se tocaban para darse las manos, Carlos tocó las piernas de ambas chicas más allá de los muslos y nos reímos mucho, ellos por la situación, yo porque los veía y me hacía gracia.
Comenzamos a jugar, nos apretábamos las manos cuando teníamos la carta y las pasábamos, a Carlos se le cayó un par de veces con su novia, pero cuando su chica me la estaba pasando a mí vi como Alba se inclinaba hacia Carlos y se daban un pico sin cartas.
- ¿Que pasaba?, ¿Lo habrían hecho a postas o habría sido una equivocación?,...
Al poco volvían a darse otro pico mientras Carmen me pasaba la carta, eso me alertó ya que esta vez mantuvieron sus labios más tiempo pegados.
Celoso dejé caer la carta y besé los labios de la chica, eran carnosos y suaves, aunque suene increíble, la chica respondió a mi beso y sacó la punta de su lengua que humedeció mis resecos labios. Consiguió, con ese pequeño gesto, provocarme una erección del miembro en décimas de segundo.
De pronto, Carlos dijo:
-Juguemos a otra cosa.
Creo que él también veía lo que ocurría y eso me azoró, perdí la erección tan rápida como había venido por la posible reacción del chico y quedé aturdido.
- ¿A qué jugamos ahora?, preguntó su chica visiblemente molesta por dejar ese juego que al parecer le estaba gustando.
- Ya vereis, dijo el chico.
- Esperad aquí, ven conmigo Fran, y nos dirigimos a la cocina.
Allí me contó el plan.